Envejecimiento saludable: lo positivo de envejecer de forma responsable
¿A qué edad empezamos a envejecer? Responder esta pregunta puede ser bastante difícil porque el envejecimiento está ligado a los hábitos que hemos tenido en el transcurso de nuestra vida.
A la mayoría de las personas nos da miedo solo escuchar la palabra “envejecer”. A priori se podría pensar que para que esto suceda, primero tenemos que jubilarnos; pero en realidad no es así. Según Francisco Mora, exdirector del Laboratorio de Envejecimiento de la Nasa, comenzamos a hacerlo mucho antes, concretamente a partir de los 30.
Llegar a la segunda edad con un buen estado físico y con un equilibrio mental determinará nuestra calidad de vida de aquí en adelante.
En las últimas décadas, la evolución de la medicina ha permitido que cumplamos muchos más. Y de hecho, de esto sabemos mucho en España, ya que, según los datos de la Oficina Europea de Estadística, somos el país es con mayor esperanza de vida de Europa.
Pero hacernos mayores es un proceso natural en el que lo relevante no es tanto cuántos años podamos llegar a cumplir, sino la calidad de vida que tengamos. Por eso envejecer de forma responsable, además de aumentar nuestra esperanza de vida, nos da la posibilidad de sacarle el máximo partido a esta etapa, que tiene muchas cosas buenas.
“En la juventud aprendemos, en la vejez entendemos”
El miedo a envejecer y su origen
La percepción de la vejez no es igual para todos ni en todos los sitios; y según ella cada cultura trata a sus mayores. En Occidente se venera la imagen de juventud y se penaliza la edad, mientras que en Oriente hacerse mayor es sinónimo de hacerse más fuerte y más sabio.
En Japón, por ejemplo, los ancianos son considerados el pilar de la sociedad, y lo demuestran con acciones concretas, como la celebración del Keiro No Hi (el Día del respeto a los ancianos).
En China se promulgan leyes que promueven su cuidado y respeto, y en India los más jóvenes están acostumbrados a pedir la opinión y aprobación de los más experimentados antes de tomar decisiones.
La cuestión es: ¿Por qué en Occidente la imagen de la edad es tan distinta? El desarrollo industrial, el capitalismo, el culto a la belleza en los medios, el ritmo que imponen las nuevas tecnologías, la idea de triunfo…han influido en ello.
Diana Nyad nadó de Cuba a Florida a sus 64 años, Morgan Freeman gano su primer Oscar a los 67 y Angela Merkel fue elegida como canciller de Alemania a sus 51.
Los beneficios de la madurez
Informes recientes realizados por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS), del Reino Unido, determinaron que a partir de los 20 años hay un aumento del estrés, debido a la tensión laboral y al conjunto de responsabilidades que se van adquiriendo con los años.
El estrés profesional le empujó a beberse una botella de arsénico. La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León que saltó a las páginas de este diario el lunes pasado es un ejemplo más.
Sin embargo, generalmente, al pasar la barrera de los 60 todas esas responsabilidades desaparecen; los hijos han crecido (y los nietos están para mimarse), las metas laborales ya se han alcanzado y, como resultado del cúmulo de experiencias vividas, el cerebro ha aprendido a afrontar mejor las situaciones negativas y a relativizar. Ahora todo es mucho más fácil.
Así se produce un cambio de prioridades. El ocio y el tiempo libre cobran mayor importancia y surge menos la necesidad de alcanzar objetivos materiales y más la de desarrollar el bienestar interno y cultivar un estado de felicidad y satisfacción.
Menopausia y envejecimiento
Aunque la menopausia trae consigo síntomas que no son tan agradables, e incluso a veces traumáticos para las mujeres, lo importante es enfocarnos en cómo atenuarlos. Es más, comenzar a verla como el momento idóneo para poner toda nuestra energía en nosotras mismas y empezar una nueva etapa.
Es importante recibirla con una salud de hierro. Para ello es fundamental reducir la ingesta de grasas y aumentar la de pescado azul, rico en Omega 3, consumir frutas y verduras con vitaminas A, C y D y antioxidantes, así como vegetales con alto contenido en estrógenos.
Además de comer bien, es vital hacer deporte de forma habitual, sin olvidar aquellos ejercicios que fortalecen nuestro suelo pélvico.
La actividad física y los buenos hábitos alimenticios, además de reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, osteoporosis o artritis, entre otras, permiten mantener un peso adecuado y promueven el buen estado de ánimo.
Adicionalmente, el ácido fólico puede ser de mucha ayuda y para mantener los huesos fuertes y evitar la fatiga, hay que optar por una dieta rica en calcio y en hierro.
Prácticas simples que nos ayudan a mantener la salud física y mental
La mejor manera de conservar el cuerpo y la mente sanos es mantenernos activos, sintiéndonos útiles y colocando esos sueños que por falta de tiempo no pudimos alcanzar antes, en nuestro punto de mira.
En 1996, Arminda Aberastury, ganadora del premio Konex de psicoanálisis, explicó que los trastornos emocionales que padecemos pueden convertirse en alteraciones patológicas si no se gestionan a tiempo.
Aprender idiomas, hacer un voluntariado, crear un blog, convertirnos en influencers, emprender esos viajes con los que siempre soñamos, dedicarnos a desarrollar nuestros hobbies e, incluso, poner en marcha ese proyecto que no nos atrevimos en el pasado, son algunas de las opciones para no caer en el aburrimiento, el sedentarismo o la apatía y que nos hacen sentir más jóvenes que nunca.
El yoga, la meditación, el coaching, la terapia, entre otras…son también fantásticas herramientas que fomentan la salud emocional y evitan que lo que no expresamos se somatice y se convierta en una enfermedad. Todo depende de nosotros. Está en nuestras manos cómo queremos vivir esta etapa.
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