El secreto de la longevidad de Okinawa
Okinawa, un archipiélago al sur de Japón, forma junto a Cerdeña (Italia), la península de Nicoya (Costa Rica), Icaria (Grecia) y Loma Linda (Estados unidos) las llamadas “zonas azules”, las regiones que concentran la población más longeva del mundo.
Cremas que quitan años, ejercicios que conservan la figura, cirugías, elixires milagrosos… la sociedad actual tiene una obsesiva cruzada contra los signos de la edad. Y, mientras la mayor parte de ella se preocupa por combatirlos, o al menos ocultarlos, en Okinawa, al sur de Japón, el paso de los años se vive con total normalidad, y hasta se celebra.
Entre los factores responsables de la mayor longevidad en este archipiélago, en el que viven alrededor de 1,3 millones de personas, están la genética, la dieta y su estilo de vida.
En Okinawa, por cada 100.000 habitantes hay 900 por encima del siglo. Pero no es solo que aquí se viva muchos años, sino que también llama la atención su calidad de vida. Por todo ello, Okinawa se ha convertido en un fenómeno observado de cerca por científicos de todo el planeta, que tratan de descifrar los secretos de la longevidad de este Shangri-La japonés.
La “Piedra Rosetta” de la longevidad.
Desde 1976 el Okinawa Centenarian Study, promovido por el geriatra y cardiólogo japonés Makoto Suzuki y los estadounidenses Bradley y Craig Willcox, intenta recomponer el puzzle de la longevidad de Okinawa. Investiga los factores que pueden influir en la elevada esperanza de vida del archipiélago estudiando, fundamentalmente, sus aspectos genéticos, alimenticios, psicológicos y socioculturales.
El hecho de haber quedado relativamente aislados durante tiempo ha podido ser la causa de algunas peculiaridades genéticas en sus ciudadanos. Es el caso de la elevada presencia del gen FOXO3 , involucrado en la regulación del metabolismo y el crecimiento celular y vinculado a la longevidad, así como la escasez del APOE4, asociado con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y con el Alzhéimer.
A pesar de contar con estos factores genéticos, estos solo pesan entre un 20% y un 30% en la esperanza de vida. Estudios realizados con habitantes de Okinawa que se mudaron a vivir al extranjero y cambiaron de hábitos alimenticios y otros hábitos en su día a día, demostraron que su esperanza de vida era alrededor de diecisiete años inferior a la de los que permanecieron en la isla.
El 80% de los ancianos de Okinawa son autosuficientes y viven solos.
La dieta que regala vida
Hoy nadie duda de que una buena alimentación es una de las claves para cumplir muchos años. Si la dieta japonesa, en general, es una de las más sanas del mundo, la de Okinawa riza el rizo: es rica en vitaminas, minerales y antioxidantes y baja en calorías. Además contiene menos sodio que la de Japón, donde hay un alto índice de cáncer de estómago, uno de sus talones de Aquiles.
Sus principales ingredientes son pescado, cereales integrales, verduras (zanahorias, repollo, cebollas, pimientos verdes y lechuga) y soja, además del tofu y algunas algas. Todo ello da lugar a una combinación que asegura unos bajos índices de colesterol y de presión arterial.
Los habitantes de Okinowa consumen cerdo cocido y carne roja con mucha moderación y utilizan para cocinar algunas especias como la cúrcuma, con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
A diferencia del resto del país (y de Asia en general) tampoco se come casi arroz blanco y estos carbohidratos se sustituyen por los de la batata morada, rica en flavonoides, carotenoides, vitamina E y licopeno. Otro de los alimentos favoritos del archipiélago son los goya (también conocido como melón amargo) que ayuda a reducir el azúcar en la sangre. Para beber prefieren el té, verde o negro (ambos ricos en antioxidantes), y el agua, y evitan la leche.
Hara hachi bu es un mantra en Okinawa que significa comer hasta saciarse el 80%.
Bicicleta, meditación y trabajo en el huerto
En un archipiélago bañado por el océano Pacífico, con buen clima y vegetación exuberante, la vida es tranquila y con poco estrés. El estilo de vida y los factores ambientales, socioculturales y psicológicos tienen mucha importancia en el fenómeno Okinawa.
La gente se mantienen activa hasta mayores, trabajando en el campo, saliendo a pescar, o cultivando sus propios jardines, presentes en casi todas las casas. También practican artes marciales y bailes regionales, y la bicicleta es el medio de transporte favorito. El confucianismo y el budismo son las religiones imperantes.
Socializar, comer en pequeñas cantidades e irse a dormir temprano son otros de los secretos de la alta longevidad de Okinawa.
Además la comunidad tiene un gran respeto y consideración por los ancianos. Una buena muestra son las festividades que tienen lugar alrededor de la madurez: el kanreki, que conmemora el fin de una etapa y el comienzo de otra a los 60 años, el tokachi, a los 88, y el kajimaya, a los 97. Muchos son los vecinos que en Okinawa llegan a celebrar las tres.
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